Santiago Vela, Gregorio de (28.11.1865 - 9.5.1924)


Hijo de Juan y Victoria, nació el 28 de noviembre de 1865 en Saldaña.

Ingresó en la orden de San Agustín el 10 de noviembre de 1881 como novicio en el real colegio-seminario de Valladolid, donde cursó la filosofía, y en La Vid (Burgos) y El Escorial la teología.

Pasó a Filipinas, donde recibió el presbiterado el 1 de marzo de 1890. Su primera responsabilidad como párroco fue Oslob (1893), descrito por él mismo en el Mapa de Almas de 1897: “Esta parroquia fue creada en 1857 con el título de la Purísima Concepción, comprende en la actualidad los pueblos de Oslob y Santander… la iglesia, campanario, cementerio, tribunal, convento y escuelas; son de mampostería y buena situación; las calles están casi todas a cordel y las casas son de tabique pampango y forman en conjunto uno de los pueblos de mejor aspecto de la provincia”. La revolución tagala de 1898 le hizo cruzar el mar chino hasta Macao (1898-1901), regresando al archipiélago primero como docente en Cebú (1902-1910), coadjutor de Bolhoon (1903-1904) y profesor de Iloilo (1907-1908).

En 1910 vino a España: Valladolid (1910-1913) y Madrid (1913-1924), donde pasó la última etapa de su vida entregado a labores de investigador, director de la revista Archivo Histórico Hispano-Agustiniano (1914-1924), académico correspondiente de la Real Academia de la Historia (1924), y definidor (1920).

P. Abella nos dice que “Madrid fue para él como el centro principal de sus investigaciones bio-bibliográficas, históricas y literarias, en cuyos trabajos consumió todas sus energías, con una constancia férrea... Durante los primeros años de este período se dedicó a consultar los célebres e históricos archivos de Simancas, el Nacional de Madrid y el de la Universidad de Salamanca, y muchos otros particulares, de monasterios, catedrales y universidades y colegios antiguos, así como también las bibliotecas más interesantes de España, como la Nacional, la del Escorial, la de San Isidro, etc., y otras particulares, como la de nuestro colegio de Valladolid, y cuando el tiempo o las circunstancias no le permitían acudir directamente a otros centros, lo hacía por escrito, como se deduce de la mucha e interesante correspondencia que mantuvo con religiosos y seglares. De esta manera fue poco a poco acumulando materiales, sin grande estrépito, pero con admirable constancia, para esta obra monumental y maestra, que mejor que Ensayo, pudiéramos denominar Enciclopedia Ibero-Americana de la Orden de San Agustín”.

Contaba 58 años cuando una arterioesclerosis renal acortó sus días, siendo de ello sabedor, por lo que “hablaba de la muerte con el tono apacible del que refiere los preparativos que dispone para un viaje próximo y sin trascendencia... Agridulce fue hasta minutos antes de iniciársele la uremia, que en tres días le deshizo, y sobre un rimero de cuartillas le cogieron los primeros síntomas de ese proceso” que le llevó al reposo eterno el 9 de mayo de 1924.

Nos dejó una obra imperecedera como son los siete volúmenes del Ensayo de una Biblioteca ibero-americana de la Orden de San Agustín que aparecieron entre los años 1913 y 1931, y que todavía hoy constituye la mejor bibliografía en lengua española sobre la Orden de San Agustín.

Varios son los testimonios coetáneos que coinciden al analizar su obra en que “sólo hallamos el defecto de no convenir el nombre al objeto, pues ¿cómo ha de poderse llamar ensayo lo que es bibliografía modelo y acabada? Sólo la modestia de su autor autoriza el equívoco... Su erudición es copiosísima, sobre todo en lo que concierne a la historia de la Orden agustiniana, decimos sobre todo, porque es también rica, no sólo en bibliografía española, americana y portuguesa, sino en la literatura en general” como reprodujo en el número del mes de diciembre de 1916 la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Por lo que se refiere a las biografías de los agustinos “filipinos” o a la literatura editada en las islas muestra un gran conocimiento de la vida regular y también de varias lenguas filipinas, y destacan la minuciosidad y el rigor con que da noticia sobre esa literatura menor como novenas y devocionarios, muy abundantes en aquellas latitudes, nacida para socorrer las necesidades pastorales. De todo ello hizo acopio de títulos y notas que pasaron a engrosar las páginas de sus trabajos.

Concluimos con palabras del agustino recoleto Víctor Capánaga: “Con un desinterés grande que nunca será bastante agradecido, vivió en el silencio de bibliotecas, entre legajos y pergaminos, alimentándose de polvo y husmeando los más obscuros rincones, a caza de noticias para tejer la historia literaria y científica de los agustinos hispano-americanos. Basta ojear su gran Biblioteca para quedar maravillados de tanta laboriosidad y esfuerzo y para enamorarse de la fecundidad del trabajo serio y paciente. La obra consta de gruesos volúmenes, cargados de letra menuda y apretada, depósito inmenso de noticias y curiosidades, acarreadas a manta de Dios, de todas partes. La erudición antigua y moderna está derramada a granel por todos los artículos del Ensayo; nada o muy poco escapó a las pupilas indagadoras del Padre; menudencias y desperdicios literarios, insignificantes arenas que se pierden en los rincones del olvido, todo lo ha recogido el P. Gregorio para levantar ese vasto templo de la sabiduría agustiniana”.

Obras de -:Mga paquigpulong sa iningles ug binisaya [Manual de conversación en inglés y bisaya], Manila 1905; -Rodrigo, V., Bato-balani sa calag [Imán del alma], Barcelona 1907; Ensayo de una Biblioteca ibero-americana de la Orden de San Agustín, Madrid-Escorial 1913-1931; 7 vols.; -García, E., Crónica de la Provincia agustiniana del Santísimo Nombre de Jesús de México, Madrid 1922.

Bibl.: Abella, P., El P. Gregorio de Santiago Vela, en Archivo Agustiniano 21 (1924) 380-382; 22 (1924) 5-18, 157-163; Díez Aguado, M., De Lectore Fr. Gregorio de Santiago Vela, en Analecta Augustiniana 10 (1923-1924) 466-477; Estal, J. M. del, Santiago Vela, Gregorio de, en Diccionario de Historia Eclesiástica de España, IV, Madrid 1975, 2202-2203; Ibeas, B., Una pérdida irreparable, en España y América 22/II (1924) 321-325; Jorde, E., Catálogo bio-bibliográfico de los religiosos agustinos de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de las Islas Filipinas desde su fundación hasta nuestros días, Manila 1901, 650; Martínez Noval, B., Apuntes históricos de la Provincia Agustiniana del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas: España, Madrid 1913, xxxi-xxxii; Merino, M., Agustinos evangelizadores de Filipinas (1565-1965), Madrid 1965, 207-208; Revista Agustiniana 35 (2004) 1060-1065; Revuelta, J., El R. P. Gregorio de Santiago Vela. Un bosquejo de semblanza, en Archivo Agustiniano 26 (1926) 129-145;Rodríguez, I.,Historia de la Provincia Agustiniana del Smo. Nombre de Jesús de Filipinas: Bibliografía, IV, Manila 1968, 512-513;Santiago Vela, Gregorio de, OSA, en Diccionario histórico geográfico y cultural de Filipinas y Pacífico, II, Madrid 2008, 818-819;Rodríguez, I.-Álvarez, J., Labor científico-literaria de los agustinos españoles (1913-1964), I, Valladolid 1992, 508-509; Al servicio del evangelio. Provincia Agustiniana del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas, Valladolid 1996, 235-236; Santiago Vela, G. de, Ensayo de una biblioteca Ibero-Americana de la Orden de San Agustín, VII, Madrid 1925, 370-393.

J. Álvarez Fernández