Gutiérrez Peinador, Marcelino (26.4.1858 - 15.12.1893)


Fueron sus progenitores Cecilio y Faustina y nació el 26 de abril de 1858 en la villa palentina de Ampudia, que en 1911 le dedicó una calle en “justo homenaje de recuerdo y gratitud al que ha sabido colocar, por su talento e ilustración, tan alto el nombre de su pueblo”.

Estudió en el seminario conciliar de Palencia y vistió la librea agustiniana el 22 de julio de 1877 en el Real Colegio Seminario de Filipinos de Valladolid. Allí concluyó la filosofía, pasando luego al monasterio burgalés de La Vid para cursar la teología.

Alcanzó el grado de Lector y plantó cátedra filosófica en las aulas de Valladolid y El Escorial. En las revistas La Ciudad de Dios y Revista Agustiniana publicó sus numerosos ensayos, donde se nos revela como un gran pensador que condensa el alma de la filosofía española y su erudición sobre la figura de Fr. Luis de León.

Llama la atención que en los diez últimos años de su vida, conjugara tan fructuosamente la docencia con la reflexión, la dirección editorial con la investigación bibliográfica. Y fruto de todo ello fueron sus libros sobre Fr. Luis de León, sobre el misticismo y la filosofía, y sobre los sentimientos del corazón. D. Natal nos ofrece una ajustada visión de su labor intelectual: “Fr. Luis de León y la Filosofía Española fue la obra que le catapultó a la fama y por esta contribución a la génesis del pensamiento español recibió grandes elogios de D. Marcelino Menéndez y Pelayo... El hecho de que la filosofía cristiana fuera aceptada entre los pensadores más destacados de nuestro tiempo le ocupó sus mejores energías. Para conseguirlo, intentó huir de un falso y vano idealismo y por otra parte procuró estar al tanto de todos los progresos de la ciencia sin caer en el cientificismo. De ahí que el P. Marcelino, por encima de un espiritualismo vano, procuró buscar un realismo idealista o un idealismo realista, que es lo que aún proponen destacados pensadores como G. Bachelard. Además propuso una filosofía cristiana esencial, alejada de las disputas de escuelas y de las batallas intestinas que no hacen sino cerrarnos a la realidad y hacernos perder el tiempo inútilmente al servicio de la vanidad… En su Misticismo y ortodoxia, que tanta polémica generó con algunos de sus contemporáneos, es fiel seguidor de la teoría agustiniana de que Dios de ninguna manera odia aquella facultad de pensar por la que quiso hacer al hombre superior a los animales, espantando la idea un tanto extendida del irracionalismo del misticismo o de que la fe cristiana era un proceso irracional. Finalmente El corazón de María y el corazón humano “se trata de un libro escrito ya puesto un pie en el estribo de la muerte... quería contribuir a dar consistencia y empaque argumental a los libros de devoción que con frecuencia flaqueaban en ese nivel de la razón mientras derrochaban sentimentalismo huero de verdaderos sentimientos”.

Contaba sólo 35 años cuando, tras un peregrinaje por las ciudades de Málaga, Gerona y Barcelona, falleció víctima de una “afección al pecho” el día 15 de diciembre de 1893 en la Residencia agustiniana de Nª Sª de Gracia de la Ciudad Condal.

Obras de -: Fr. Luis de León y la Filosofía española del siglo XVI, Madrid 1885; El misticismo ortodoxo en sus relaciones con la Filosofía (=Biblioteca Revista Agustiniana), Valladolid 1886; El Corazón de María y el Corazón humano. Lectura moral y religiosa, Madrid 1895; Obras completas, El Escorial 1929; 3 vols.

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J. Álvarez Fernández