Gómez Marañón Curiel, Santos (1.11.1763 - 23.10.1840)


Fueron sus padres Bartolomé Marañón y Damiana Curiel, vecinos de Valladolid, donde nació el 1 de noviembre de 1763. Y en el colegio de los Filipinos de la misma ciudad emitió sus votos solemnes al cumplir los 16 años. Allí cursó sus estudios y empezó su magisterio hasta 1788.

Al embarcarse para Filipinas en la Casa de Contratación de Sevilla se le hizo esta reseña: “3. P. Santos Gómez Marañón, del colegio de Valladolid; natural de id., de 25 años; P. C., pelo negro y ojos negros”. En Manila se dedicó a la enseñanza y luego al ministerio parroquial en los pueblos de Hagonoy y Pasig en Tagalos. Fue también definidor (1810) y superior provincial (1825-1829).

Por su valía el rey Fernando VII lo presentó para la ocupar la silla de Cebú en 1829 y al año siguiente fue consagrado en la iglesia de San Agustín de Manila el 28 de octubre.

El polígrafo agustino Santiago Vela concentra en tres puntos su acción episcopal: “Su generosidad y largueza se vieron liberalmente recompensadas cuando, tratando de reorganizar el hospital de lazarinos de Cebú, que había sido su preocupación constante, acudió a los vecinos pudientes y a los párrocos de los pueblos para arbitrar recursos suficientes que le permitieran ampliar el edificio, dar alimentación más escogida a los enfermos y dotarles de un capellán exclusivamente dedicado a su asistencia, y no sólo consiguió llevar a cabo estas mejoras, sino que a su solicitud se expidieran por las autoridades las órdenes oportunas para que los enfermos de aquella clase que existían en los pueblos de la provincia fueran remitidos a Cebú, donde encontraban un asilo de beneficencia que les libraba del aislamiento y abandono a que les condenaba su enfermedad contagiosa y repulsiva”. Su preocupación por la formación de su clero “fue también objeto de sus especiales cuidados, creando nuevas cátedras de asignaturas que los candidatos se veían precisados a cursar en Manila por no explicarse en el seminario diocesano, en el que puso un personal escogido e ilustrado que nada tenía que envidiar al que existía en otros centros semejantes... por estos medios pudo conseguir que su Diócesis contara con un clero celoso e ilustrado que era la corona de su Obispo”. Y corresponsabilidad pastoral pidiendo dividir su extensa diócesis, que no lo vieron sus ojos, pero en 1867, gracias a su razonada y larga exposición, de ella nacería la de Jaro.

Finalmente afirma Santiago Vela que no se puede pasar por alto su afición a la “arquitectura, arte favorita que cultivó toda su vida y en la cual era peritísimo, como lo acreditan innumerables monumentos que para la gloria suya hoy se admiran. Siendo párroco de Pasig, en tagalos, hizo los artísticos jardines que ocupaban el atrio de la iglesia y convento, adornados con fuentes y saltos de agua, que no es aventurado afirmar fuera la primera obra de esa clase en Filipinas. La bonita iglesia con que dotó al Beaterio de aquel pueblo fue planeada y dirigida por él, así como suyo es también el plano de la iglesia y torre de Pateros. Cuando era ya Obispo, construyó el palacio episcopal de Cebú, la hermosa torre de la catedral, y el panteón llamado de los obispos... Obras son también del Sr. Gómez Marañón el atrio de la iglesia y convento del Sto. Niño y el artístico templete de forma octogonal donde se conserva la primera cruz levantada por Magallanes, según se cree, a su llegada a Cebú. Suyos son además los planos del espacioso convento de Sibonga y de la esbelta y majestuosa torre de Argao, así como el de las iglesias de Naga y Oslob”.

Lleno de méritos y días murió en Cebú el 23 de octubre de 1840.

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J. Álvarez Fernández