López Mendoza García, José (4.2.1848 - 31.1.1923)
Burgalés de Frías, donde nació el 4 de febrero de 1848 en el hogar de Pedro López Mendoza y Josefa García.
Fue pupilo del seminario conciliar de Burgos y novicio en el Real Colegio Seminario de Filipinos el 9 de septiembre de 1866. Aquí prosiguió con sus estudios eclesiásticos hasta 1869 que pasó a La Vid (Burgos), donde mereció, según J. M. López, “por su formalidad ejemplar y por su adelanto en las asignaturas que los superiores le encargasen, en los últimos años de la carrera, la instrucción, vigilancia y educación de los hermanos legos del convento de La Vid. Terminados los estudios con excepcional lucimiento y, ordenado de sacerdote [16.3.1872], fue nombrado lector de sagrada teología, que explicó cuatro años con grande aprovechamiento de sus discípulos”. En 1877 viajó a Roma para titularse en derecho canónico siendo alumno del famoso canonista Filippo De Angelis y condiscípulo de Giacomo Della Chiesa, futuro Benedicto XV.
En 1879 tornó laureado a La Vid y plantó cátedra y púlpito. En 1885 fue nombrado vicerrector del colegio Alfonso XII del Escorial. Aquí descolló por sus colaboraciones en la revista La Ciudad de Dios y por su elocuente oratoria, llegando a ser predicador supernumerario de la Real Capilla (1889), cualidades que no pasaron desapercibidas al monarca y a los gobernantes, que lo presentaron para regir la diócesis de Jaca, que pastoreó durante nueve años y donde fundó el Círculo de Obreros Católicos, la Casa-Asilo para ancianos desamparados y restauró el monasterio de San Juan de la Peña. Acusado de invectivas contra las autoridades locales y gubernamentales, no supo ganarse la estima y el respeto entre sus diocesanos, por lo que fue promovido para la sede de Pamplona en 1900 por su “adhesión a la dinastía reinante y de la seguridad que se tenía en las altas esferas sobre sus ideas opuestas a los partidos políticos integrista y carlista”. Por el contrario el obispo comunica en carta al nuncio que se encuentra “colocado entre carlistas, integristas y liberales, e inculpado respectivamente como afiliado a uno de esos grupos según conviene a los otros. De aquí nace una situación comprometidísima”. Aunque considerado intachable en su doctrina, celoso, elocuente y caritativo, no congenió con los fueros navarros y sus gentes, por lo que en 1906 escribió al cardenal secretario de Estado poniendo en sus manos la renuncia, que sólo llego cuando expiró el 31 de enero de 1923 en la capital pamplonica.
De su gobierno destacamos el apoyo e impulso que prestó al catolicismo social: la fundación de La Conciliación, organización tripartita (obreros, patronos y protectores) que buscaba el bienestar moral y económico de la clase obrera; el nacimiento de las Cajas Rurales; la erección de la Federación Católico-Social de Navarra, organización más poderosa e influyente del campo navarro; y la celebración de la VI Semana Social (1912).
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J. Álvarez Fernández